martes, 14 de diciembre de 2010

El día menos pensado...

Ocurre cada cierto tiempo. Pueden ser meses, años... Incluso puede ser que sólo ocurra una o dos veces en la vida. Pero, inevitablemente, acaba sucediendo algo que pone en evidencia los fallos fundamentales de tu vida, dónde te equivocaste, cuál es el rumbo que deberías llevar, por qué la felicidad te esquiva con esa asombrosa habilidad...

Pasas tu existencia auto-convenciéndote, justificando tus acciones, queriendo vender humo a tus frustraciones, como si éstas no fueran parte intrínseca de ti mismo. Y sigues adelante, sonriendo, dando el máximo poder posible al "chip" que te permite cambiar de canal cuando no te gusta lo que tu mente emite, refugiándote en divertimentos varios para no dar importancia a lo que no te interesa dar importancia. Al fin y al cabo, lo que importa es relativo, y uno mismo le da esa importancia con sus acciones y pensamientos.

"Y algunos días, sin razón, ya ni me late el corazón en esta cárcel de rencor..."

Miro la vida pasar - Fangoria

Es entonces cuando, en las circunstancias más insospechadas, algo o alguien destroza por completo el castillo de naipes que con tanto esmero habías construido. De pronto, te das de morros contra la realidad al otro lado del espejo, con esa vida que podrías haber tenido si hubieras tomado el camino alternativo. Una frase brutal y conmovedoramente sincera, una sonrisa cómplice, o un relato de una vida inesperadamente envidiable. Algo que podrías haber conseguido de ser más egoísta, alguien que estuvo en tu misma situación pero eligió ser más atrevido, o alguno de tus más secretos e imposibles sueños hechos realidad a una distancia insultantemente cercana y dolorosamente ajena.

Y, rodeado de una sobrecogedora calma, se te revela esa verdad absoluta. Tus deseos, tus sueños, tus aspiraciones... nunca fueron imposibles. Tú los hicistes imposibles. Y la pelota vuelve a estar en tu tejado.

domingo, 10 de octubre de 2010

The ultimate sin...

Esa canción tan odiosa vuelve a sonar, a todo volumen, retumbando en las paredes del abarrotado bar. Después de cinco meses escuchando los mismos repetitivos compases varias veces por cada noche de sábado, empiezo a desarrollar un importante instinto asesino por los responsables de semejante homicidio musical. Los empujones y el roce de cuerpos sudorosos son inevitables mientras me abro camino hacia las profundidades del local, preguntándome, como cada vez, por qué siempre tengo que dirigirme directamente a la zona más llena de gente de todo el lugar. En fin, una vez más, le echaré la culpa al instinto. O al vodka. Qué más da, en este momento no hay mucha diferencia entre uno y otro... ambos corren abundantemente por mis venas. Joder, qué poético. Definitivamente, es el vodka.

Parece que la dichosa cancioncilla está acabándose por fin... Pues no. Falsa alarma. Siempre caigo. Mierda de DJ. Las locazas de siempre están dándolo todo encaramadas en las mesas, haciendo del término "ambigüedad sexual" algo completamente insólito. Sorprendentemente, hay un hueco en la barra, así que me lanzo hacia él, cual hiena que descubre un elefante recién muerto sólo para ella. Dior bendito, eso no era vodka, era Eau de Rochas... Cuando, tras un par de gritos, el camarero por fin entiende lo que le pido y me sirve el cubata, no me queda más remedio que vagar sin rumbo entre el gentío, esperando encontrar pronto (y milagrosamente) a mis acompañantes.

Es entonces cuando ocurre. La bochornosa tonadilla de verano termina por fin, y se oyen los primeros compases de un tema de Pereza. Esto sí. Drogas, alcohol y depravación... it feels like home. El humo de quinientos cigarros se arremolina frente a mis ojos hasta que, en un golpe de aire acondicionado, mi vista se despeja, y ahí, a tres metros, apareces. Como una aparición mariana, pero cambiando la luz divina por un foco de luz intermitente, el olor a incienso por el de los porros del rastafari que tengo al lado, y el coro celestial por la voz cascada del tal Leiva. So much better, dónde va a parar.

Y, siguiendo con el símil religioso, me acuerdo del pecado original. La dichosa serpiente, la dichosa manzana, la dichosa tentación. Pues muy bien... puedes llamarme Eva. En realidad, como sigas moviéndote así, puedes llamarme como te dé la real gana. Y cuando te dé la real gana.

Porque tú, jodida perfección vestida de marca, superas eso del pecado original. Es más, diría que superas lo de los 7 pecados capitales, y de largo... Avaricia, porque el simple hecho de mirarte es un malsano vicio del que siempre quiero más. Envidia, porque en esta situación, rodeados como estamos de patéticas quinceañeras borrachas, patéticos treintañeros desesperados y patéticas parejas que más bien parecen aspiradoras, eres capaz de conservarte en perfecto estado de conservación (y de follabilidad). Soberbia, porque sabes lo que provocas en la gente que te rodea, y te encanta. Y a mí me encanta más. Ira, porque ahora mismo te arrancaría tu preciosa y cara ropa a lo bestia. Gula, por lo que haría acto seguido. Lujuria, porque eres la encarnación de la misma. Y pereza, porque, con tu perfecta cara apoyada en el otro extremo de la almohada y tu cegadora media sonrisita de suficiencia dirigiéndose a mí, el cigarrito de después tiene que ser épico.

Sí, definitivamente, lo tuyo es superior. Vas más allá, mucho más. Eres el Pecado Supremo. Joder, creo que necesito otro chupito. O dos.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Cosas que me sacan de quicio, Vol.II...

- La gente que juega al tetris humano en la playa, encajándose a tu alrededor como si eso fuera a hacer desaparecer las toallas a cambio de 20 puntos.

- Megaupload y su irritante manía de inventarse descargas simultáneas e inexistentes desde tu dirección I.P.

- Las señoras garrulas, gafosas y con vestido rojo que se atreven a criticar por televisión el final de la mejor serie de la historia sin haberse enterado de una puta mierda.

- Ese híbrido de programa de actualidad y "humor" que llaman "Tonterías las Justas".

- El momento en el que el agua, ya sea del mar o de una piscina, alcanza el nivel de las pelotas.

- El actual Presidente del Gobierno.

- El futuro Presidente del Gobierno.

- El anterior Presidente del Gobierno.

- Y el anterior también.

- La gente que, inmediatamente después de preguntarte qué carrera estudias, te pregunta "pero, ¿y eso qué salida tiene?".

- Los chistes y monólogos de la España cañí, perpetrados por personajes como Arévalo, Los Morancos o (y esto ya es el súmmum) Jaimito Borromeo.

- El "Sueño Americano", o que haya personas que tengan como máximo objetivo en la vida formar una familia clásica, con dos hijos, perro y un chalet con piscina.

- La idealización como Obras de Arte de mediocridades con argumento copiado de Pocahontas y bichos saltarines de color azul.

- Que alguien necesite más de 10 años para desarrollar esas mediocridades.

- La eliminación de mi favorit@ en cualquier "reality".

- La no eliminación de mi Bestia Negra en cualquier "reality".

- Mi madre en "Modo Víctima de sus Malvados y Vagos Hijos".

- Los brotes de patriotismo repentino causados por un simple deporte, por muy divertido que sea.

- Los proyectos quinceañeros de chonis que dan berridos a tu alrededor en el autobús al son de la última canción de Pitbull en su móvil rosa fucsia.

- Los Ayuntamientos que no tienen dinero para poner una Diskofesta en fiestas de su municipio, pero sí para organizar actividades en las que sus futuros y decrépitos votantes puedan bailar pasodobles y sevillanas.

- La falta de inspiración cuando más la necesitas.

- Tener que editar las entradas del blog cuando, una vez publicadas, deciden trastocar todo su formato.

jueves, 24 de junio de 2010

It's been a while...

Otoño había empezado frío... O, al menos, a eso quería atribuir yo los escalofríos que me recorrían el cuerpo de tanto en tanto. Lo cierto es que estaba nervioso, muy nervioso. Me arrebujé en mi cazadora mientras miraba la hora en la pantalla azul de mi viejo y maltrecho móvil Samsung. 6:31 a.m. Como de costumbre, mis nervios me habían hecho apresurarme, e iba a llegar pronto a la parada del autobús.

A esas horas, todo estaba en silencio. Pasé al lado de ese bar que empezaba a estar de moda, y me fijé que ya había alguna luz encendida dentro. "Las limpiadoras madrugan más que yo", me dije... Tendría que empezar a acostumbrarme a esos horarios, y a la hora y media diaria de autobús que me esperaba (y otro tanto, mínimo, de vuelta). Era agobiante. Casi tanto como pensar en lo que me depararía el futuro, al otro lado de ese trayecto. En cualquier caso, tenía que intentar convencerme a mí mismo de que nada es definitivo, y que siempre se puede cambiar de opinión, como podría hacerlo en caso de darme cuenta de que me había equivocado.

Aunque la verdad es que no había tenido demasiadas dudas. Por alguna razón, no me había planteado dedicar los próximos años a nada demasiado alejado a lo que finalmente había elegido, y en ese sentido estaba tranquilo, porque sabía que no había nada que se me fuera a dar mejor. Lo que me intranquilizaba no era eso, sino el hecho de no saber qué me iba a encontrar, y, sobre todo, a quiénes.


Han pasado casi 5 años desde aquella mañana de Septiembre. Hoy puedo contar lo que me encontré al otro lado del trayecto... Me encontré mucho esfuerzo, muchas horas, muchos sacrificios, dudas para el futuro. Hojas de apuntes, bocadillos de tortilla, pizzas de bechamel, libros de Excel. Muchos quebraderos de cabeza, llantos, angustias y estrés. Y diversión, a raudales. Estilo, mediodías al sol, confidencias, imparables ataques de risa. Pero, sobre todo, me encontré personas.

Profesores anticuados, retrógrados, machistas, infinitamente sabios (hasta el punto de parecer la Wikipedia), infinitamente idiotas (hasta el punto de no saber su propio temario). Profesoras irritantes, malfolladas, absorbe-pantalones, zumbadas, simpáticamente ceceantes, incapaces de afrontrar sus frustraciones, capaces de comparar a Obama con una hez de corzo. Compañeros vagos, trabajadores, divertidos, aburridos. Fugaces, pero inolvidables. Eternos, tan arcaicos como la propia Facultad. Feos, guapos, agradables, repulsivos, follables, de esos que no tocarías ni con un palo, asexuales. Chonis insoportables, pijas con jardín y limacos, neanderthales de minuto y medio.

Gente con un lazo rosa. El "hippismo" personificado, u otra manera de hacer un trabajo de Botánica. Una chica callada y sonriente, pero con una hijoputez interna en crecimiento exponencial. Los más maravillosos rizos, y la risa más contagiosa. Alguien orgulloso de su pueblo, ante todo, y que en sueños me recomienda disfrazarme de Capitán Pescanova. Alguien orgulloso de mi pueblo, ante todo, y con potencial para gobernar el mundo... o la UPV. La voz de la sensatez, que no duda en vestirse a juego para las fotos y en teñirse el pelo del rubio más sorprendente. La adorable choni, alguien con quien compartir el amor por el estampado de leopardo y los oros, y que lo mismo te ayuda a comprender lo "pindia" que es una pendiente, como te ayuda a soportar el "sincio" con aires de "raquera". La sonrisa permanente, el batacazo potencial constante, un sonido de cascabeles y un cactus en miniatura. Lo tierno del cuero, los azotes, los tutús negros y el hablar soez.

Y, durante todo ese tiempo, fiel e invariablemente, una zorrupia en la mesa de al lado.

domingo, 23 de mayo de 2010

Historia de un viaje...

Hace un tiempo, se me ocurrió subirme a un avión. Todo presagiaba que sería un vuelo como cualquier otro, a pesar de las buenísimas recomendaciones que había leído sobre esa compañía en medios especializados. De hecho, cuando me senté en mi asiento y miré alrededor, no vi nada que se saliera de lo típico...

Un par de filas por delante, una mujer de raza negra charlaba con su marido sobre el trabajo de éste y lo mucho que necesitaban esas vacaciones. Al otro lado del pasillo, un joven elegante pero de aspecto cansado miraba meditabundo por la ventanilla. Poco antes de que se encendieran las pantallas de aviso de "Abróchense los cinturones" pude ver a una azafata morena llevando a un hombre calvo en silla de ruedas hasta su asiento. Al lado de éste se sentaba una pareja joven, ambos muy guapos, de aspecto californiano. Ella parecía la típica niña rica caprichosa, y él parecía estar acostumbrado, por desgracia, a ello.

Fuimos cogiendo altura poco a poco, y entonces comencé a darme cuenta que el vuelo no era tan común y corriente. La gente que viajaba en ese avión, las cosas que ocurrían en él... Era todo fascinante. A mi derecha tenía a una chica rubia, no mayor de 19 años, con un enorme bombo a punto de reventar. Parecía feliz con su embarazo, pero de vez en cuando podía atisbarse en sus ojos una sombra de infelicidad, de tristeza... Algo más adelante, un hombre trajeado se sentaba al lado de una chica joven, muy guapa y muy seria. Mientras ella ignoraba las bromas que su compañero de viaje le hacía al oído, yo me iba quedando enganchado a su tremendo magnetismo y a su enorme atractivo, salvaje y peligroso. De pronto, oí una airada voz de hombre hablando en un idioma extraño. Me giré y, a mi izquierda, una pareja de chinos, japoneses, coreanos, o algo así, discutían. O, más bien, él parecía estar recriminándole algo a ella, que permanecía inmutable, pero al borde del llanto.

Ya estábamos a bastante altura, y decidí levantarme e ir al baño. Sonreí al niño que se sentaba detrás mío, y que llevaba todo el viaje acosando a su padre a preguntas sobre el estado de su perro en la bodega del avión. Fui andando por el pasillo, y me fijé en un enorme pasajero que ocupaba dos asientos y que escuchaba, sonriente, música con sus cascos. Tan alucinado estaba yo con las enormes proporciones del muchacho que no vi venir por el pasillo a nadie, y cuando me giré ya no pude evitar chocar de frente con un chico rubio con cara de malas pulgas y camisa tejana. El tío me dijo algo así como "Mira por dónde andas, Harry Potter", y siguió su camino. Nadie pareció notar el incidente, salvo un moro con cara de pocos amigos, vestido con una camiseta de tirantes negra. Decidí no quedarme mirándole demasiado rato, no tenía pinta de ser muy agradable...

Estaba a punto de llegar al baño, y me di cuenta de que, rodeado de toda esa gente que, en general, parecía ser tan infeliz, me sentía a gusto. Como si todos representaran, de alguna manera, una parte de mí... En fin, enseguida mis pensamientos metafísicos fueron interrumpidos por un rubio bajito y barbudo que aporreaba la puerta del baño como si no hubiera un mañana. El tío, que tenía pinta de estrella de rock trasnochada, desistió y, deseándome suerte, volvió a su asiento.

Antes de intentar entrar en el baño, eché un vistazo a la parte trasera del avión, que también iba hasta los topes. Cerca del baño, una mujer latina con aspecto amenazante me miró como diciendo "qué coño miras, frikazo de mierda??", así que desvié la mirada hacia su derecha. Allí, junto a la ventana, una joven rubia observaba las nubes con ojos soñadores, como si en la inmensidad del cielo pudiera encontrar la paz interior que necesitaba. Giró su cabeza y me sonrió amablemente. Detrás de ella, un enorme hombre negro rezaba con los ojos cerrados mientras apretaba un amuleto, sorprendiéndome por lo inusual de su aspecto para ser un cura.

La voz de un hombre a mi lado me devolvió a la realidad. "Hey, brotha, ¿¿necesitas ayuda con la puerta??", me dijo, mientras me sonreía con cara de simpático chalado. A su lado, una guapa mujer castaña le miró silenciosamente, pero sus ojos lo decían todo: "cariño, ¿¿ya estás otra vez hablando con desconocidos como si los conocieras de algo??" De repente, la puerta se abrió, y del baño salió un hombre menudo, con ojos de sapo y mirada inquietante. "Perdón, me había quedado encerrado...", dijo, pero la manera en que lo dijo dejó claro que se había quedado encerrado porque lo había planeado exactamente así. Entré en el baño, me lavé la cara y, mirándome al espejo, comprendí que me había enamorado completamente de ese vuelo...

Abrí la puerta, y me encontré de frente con una cara desconocida. Era una mujer rubia, alta, de ojos tristes y gesto taciturno. A pesar de su enigmático aspecto, pude ver en su interior una gran bondad, y también un gran dolor. Volví a mi asiento, con los sentidos alerta, esperando encontrarme con cualquier cosa. Cuando me senté, vi que había una pareja sentada a mi lado. Probablemente habían estado ahí desde el despegue, pero no me había fijado en ellos hasta ese momento. Discutían sobre unos diamantes, o algo así. No lo sé, no pude seguir atendiendo a su conversación, porque en ese momento el piloto, un hombre con un corte absolutamente ochentero en su pelo canoso, nos saludó a través de unas pantallas de TV, deseando que estuviéramos teniendo un feliz viaje. Después, comenzó una película antigua, en la que un asiático hablaba a la cámara de algo que no fui capaz de comprender.

Por mi lado pasaron en ese instante tres dispares personajes: una exuberante mujer pelirroja, un apocado y pequeño hombre barbudo, y un oriental de gesto indeferente. La mujer escuchaba, aparentemente interesada, una emocionada diatriba del barbudo sobre física cuántica, pero de vez en cuando miraba por encima del hombro de éste al hombre oriental, como si ambos conociesen un importante secreto o tuvieran un misterioso pasado común. Yo estaba exultante, no podía quedarme sentado, y me levanté con la intención de pasearme por el avión y absorber todo lo que pudiera de las apasionantes y atormentadas vidas de mis compañeros de viaje. Además de todas las personas en las que ya me había fijado, pude ver a más gente, como una madre y una hija que charlaban en francés emocionadas, como si llevaran años sin verse; o una mujer morena y con cuerpo atlético, que observaba con aspecto crítico la foto de una estatua egipcia en la pantalla de su portátil; o un hombre de edad indefinida y ojos de un negro intenso, que captó mi interés cuando me saludó amigablemente con acento canario. Seguí dando vueltas por el avión, sorprendiéndome y emocionándome con cada cosa que veía, y particularmente intrigado por una especie de humo negro que asomaba de vez en cuando por los conductos de ventilación y que todos los viajeros parecían querer evitar.

Y ahora, después de tanto tiempo, ha llegado el momento. Ha llegado la hora de llegar a destino, abandonar el avión y despedirme, para siempre, de todas esas apasionantes historias que me han acompañado en este maravilloso viaje. No puedo negar que voy a echarles mucho de menos... Pero es lo que hay, pues todo viaje tiene un principio y un final. Así que no me queda más que abrocharme el cinturón por última vez y vivir al máximo el que seguro que será un aterrizaje trepidante, pero nada forzoso. Porque hoy, por fin, el viaje llega a su fin.

Feliz aterrizaje a todos...

domingo, 25 de abril de 2010

La huida...

El sol del atardecer arranca destellos cobrizos de su pelo, agitado por esa brisilla marina de principios de verano, la que te obliga a salir de casa a las 4 de la tarde con una engorrosa cazadora en la mano si no quieres congelarte a las 7. Y, a pesar de ello, todo es perfecto. Vale, no lo es, sigo sin tener un duro y mi futuro laboral sigue igual de jodidamente indefinido. El mundo no ha superado la "crisis" de los cojones, continúan las muertes en Oriente Medio y aún nadie ha asesinado cruelmente a Belén Esteban. Pero, dentro de lo malo, la situación es prácticamente idílica. Utópica. Pura fantasía. Vale, sí, quizá el peta que tengo entre los dedos tiene algo que ver en mi apreciación de la realidad (y el anterior... y el otro anterior), pero lo importante es el resultado...

Y el resultado es todo esto. Al lado mío, parte de "todo esto" se descojona. Efectivamente, esta cosa verde a algunos nos hace divagar sobre la vida, pero hay a quien simplemente le saca el lado más absurdamente cómico. Una fila de dientes de un blanco insultante y una simetría perfecta se burla de mí desde el otro lado de la toalla. Hundiría su asquerosamente perfecto careto en la arena, pero prefiero comerle la boca. Sólo. Que esto es un sitio público y no, las leyes sobre eso tampoco han mejorado. Me dice que se reía de mí por la cara de mono lobotomizado que tenía hace un momento. Que en qué estaba pensando. Evidentemente, no se lo digo. Prefiero aprovechar el tiempo.

El tiempo, que me ha enseñado cómo todo puede cambiar en pocos meses. Hace poco más de un año, ahí estaba yo, a punto de acabar la carrera y sin saber qué hacer con mi vida. Queriendo escapar, correr, alejarme de las cosas que tanto me agobiaban e intentando encontrar algo que sabía que tendría que buscar lejos. Lejos de toda la mierda en la que estaba inmerso. Y me tiraba horas delante del ordenador, charlando con esa curiosa y atípica amiga que se convertía en carpetera según el ciclo lunar, dejando pasar el tiempo sin decidirme a hacer nada resolutivo. Hasta que, una noche, tuve una epifanía.

Que en qué pienso, dice... Joder, como para explicarle todo eso. Mejor, como ya he dicho, es aprovechar el tiempo. Nuestro tiempo. Que mi colega carpetera y cibernética querrá detalles luego... God bless Twitter. Jodida brisa marina, qué frío hace... Parece que aquí cerca, alguien piensa lo mismo y se acurruca. Y los últimos rayos de sol se reflejan en sus ojos grises, misteriosamente enrojecidos, por cierto...

"Muchacho, vete ya, a otro lugar... Cabeza alta y lágrimas..."
Despídete - Ella Baila Sola

Dicen que huir es de cobardes. En fin, nunca me he considerado un tío valiente...

martes, 20 de abril de 2010

Cosas que me sacan de quicio, Vol.I...

- El retraso mental auto-inducido que algunos confunden sorprendentemente con el amor.

- Las musas populares que hacen de la incultura, la estupidez, el oportunismo y la mala educación cualidades a admirar.

-Que yo piense en los países nórdicos como sinónimo de progreso social, y que la imagen que sus habitantes tienen de mi país se limite a señoras vestidas con vestidos de lunares y payasos embutidos en trajes horteras que realizan rituales sangrientos propios del medievo con ganado vacuno.

- Que unos niñatos pijos intenten darme lecciones de moral, crecimiento personal y madurez, como hace El Canto del Loco con su nueva corriente pseudo-adoctrinadora.

- El mismo concepto de "madurez".

- El día de Extremadura, la Feria de Abril y demás mamarrachadas sureñas que algunos se dedican a festejar en pleno Errenteria, como si el pueblo no necesitara dinero para cosas importantes y/o interesantes.

- Pablo Motos y su insufrible afán de protagonismo.

- La degeneración de las adolescentes, que han pasado de ser nenazas lloricas que idolatran a guarrillas picantes y "boybands" de surferos americanos, a ser guarrillas picantes que idolatran a nenazas lloricas que aseguran ser hombres heterosexuales, pero que en realidad se masturban con fotos de surferos americanos (véase "el" cantante de Tokio Hotel).

- Que alguien pueda sentirse sexualmente atraído por un tío tan repugnante como Rafa Mora.

- El Club de "yo, la voz de la experiencia... yo, la víctima nº1".

- Samuel Eto'o.

- Los inexplicables e insufribles parones de las series americanas.

- Que haya gente capaz de votar a alguien como Esperanza Aguirre.

- La gente incapaz de entender que es Johnny Depp, no Deep.

- La gente que no sabe diferenciar entre "a ver" y "haber", o entre "hay", "ahí" y "ay".

- La gente que se atreve a quejarse y llamarte de todo por tener cultura y la suficiente generosidad como para corregirles sus faltas de ortografía, generalmente propias de analfabetos de 5 años... o de Belén Esteban.

- La generalizada confusión entre Coco y Triki, el Monstruo de las Galletas.

- Vivir en un país en el que cosas como "Sálvame" o "Escenas de Matrimonio" logran récords de audiencia, y que "Lost" tenga que conformarse con un (como mucho) 7%.

- Las señoras indias con la percepción de la realidad profundamente alterada que pretenden que todo el mundo empatice con sus (y sólo con sus) sentimientos y paranoias de psicópata.

- Los responsables de Cultura del Ayuntamiento de Irun.

- Que intenten hacerme creer que la desaparición del terrorismo favorecería a alguno de los dos partidos políticos mayoritarios de este país, como si jamás lo utilizaran como arma electoral.

- La gente que proclama lo mucho que se quiere en las redes sociales, como si a alguien que no son ellos le importara, y como si no fuera ya suficientemente ridículo decir esas horteradas en privado.

- Tener miles de ideas para actualizar el blog a lo largo del día, y que todas se esfumen cuando te sientas en frente del ordenador.

lunes, 22 de marzo de 2010

Veintitrés velas, mitos vivientes y fosfato de golondrina...

La inspiración ha huido, camuflada entre pereza y hojas de Excel... El hastío y la monotonía acaban con el Arte, de eso no hay duda. Pero de vez en cuando, una chispa de luz se adentra en la negrura, ya sea gracias a una canción, a una sonrisa, a un estornudo o a un ejercicio matemático horriblemente aburrido. Y, poco a poco, durante horas (o días) vas construyendo algo, algo que a nadie le interesa y que te sirve para salir del paso, para no sentirte culpable por simplemente dejarte llevar por los inexorables tentáculos del tiempo. Como la vida misma...

Y es que hay situaciones en las que no tienes rumbo, y te dejas arrastrar. Intentas contemplar tus opciones, pero aparecen desdibujadas por las dudas, los miedos y el alcohol. Porque sí, anoche volviste a pillarte una buena. O, al menos, eso deduces por el sordo dolor de tu cabeza, porque lo que es recordarlo... Y seguro que hay alguien que te viene con moralismos, hablándote de inmadurez, irresponsabilidad, objetivos vitales y demás mamarrachadas tristes y sin sentido aprendidas de los grandes gurús contemporáneos de ésta nuestra sociedad. Léase Belén Esteban.

Lo fácil, me temo, es decir que sí. Lo divertido es decir "Fuck off" en su cara de lobotomizados. Diviértete. Que sigan a lo suyo, planeando sus tristemente predecibles vidas y la profesión de sus futuribles hijos. Que se hundan en su apestosa mediocridad, en sus sonrisas de catálogo de barata ropa por correo (Venca siempre será un icono de la postmodernidad, que no postmodernismo) y en su horterismo de barrio cañí. O, como diría la Lomana (hoy estamos de la más rabiosa actualidad), "working class".

But, well, siempre nos quedará París. O una caja de cerillas marca Golondrina. O una banda de tela de leopardo con letras fucsias. O una elegante escena erótico-festiva con fresas, un frigorífico y una pareja insultantemente guapa y neoyorquina. You know, "aquellas pequeñas cosas"... O, para seguir siendo actual, habrá que decir que lo que importa siempre acaba siendo "algo pequeñito, algo chiquitito".

"Al final soy sólo lo que soy..."

Soy lo que soy - Amaral

martes, 2 de febrero de 2010

El principio del fin...

El 22 de Septiembre de 2004 un avión se estrelló en una isla aparentemente desierta, dejando a los supervivientes aislados del mundo exterior. Fuimos testigos de cómo eran acechados por los salvajes nativos de la isla, que acabaron siendo menos salvajes y, en algunos casos, no tan nativos. Les vimos huir de un Monstruo misterioso, que terminó siendo menos misterioso, pero más incomprensible. Observamos su vida, presenciamos los detalles más oscuros de su pasado e incluso, cuando ya creíamos haberlo visto todo... pudimos ver su futuro: jamás una frase nos dejó tan boquiabiertos como "Kate, tenemos que volver.". Espiamos sus más profundos deseos, sus más secretas ambiciones, sus más insospechados sentimientos. Les pudimos ver vivir, morir, matar, nacer, sonreír, llorar, amar y odiar.

Hemos echado de menos a sus seres queridos con ellos. Hemos sentido su misma inquietud, su mismo desconcierto. Hemos odiado a Ben con todas nuestras fuerzas, pero admirando sus aptitudes al mismo tiempo. Hemos cantado "You all everybody". Hemos entendido a Michael, pero le hemos despreciado al mismo tiempo. Hemos memorizado los números, por si alguna vez no hay nadie para teclearlos. Hemos sufrido con Hurley la muerte de Libby. Hemos esperado que Nikki o Paolo se levantaran inesperadamente de su tumba. Hemos rogado a Sawyer que no saltara del helicóptero. Hemos llorado de felicidad con el reencuentro de Desmond y Penny. Nos hemos preguntado dónde está Claire. Hemos sonreído con la reaparición de Vincent, Rose y Bernard. Hemos deseado que Juliet no cayera en ese pozo. Hemos intuido lo que yace a la sombra de la estatua.

Hoy, 103 capítulos después, la espera por fin llega a su fin. A partir de esta noche, finalmente todas las preguntas encontrarán respuesta, y dejaremos de estar... Perdidos.

Hoy, comienza el final de la mejor serie de la historia.

Hoy, vuelve Lost.

viernes, 29 de enero de 2010

Brasas al amanecer...

Otra noche más. Una cama cualquiera, una habitación sin número en un hotel sin nombre. Suben las pulsaciones. Tus labios, como un ardiente fuego que consume mis dudas, mis temores, mis inquietudes, mis problemas. La mente, entrando en ese estado febril de bendita inconsciencia, se deja llevar por los instintos más primarios, dejando que por una vez el cuerpo tome el control absoluto de la situación.

Hay una botella de tequila, vacía, sobre la destartalada cómoda, encima de la cual un espejo me devuelve la imagen de dos borrosas siluetas que se retuercen como voraces serpientes devorando a su presa. Y me devoras. Y te devoro. Y ya no hay nada más en mi cabeza que saciar mi sed de ti, como un vampiro esperando un mordisco o un yonqui el último chute del día.

"Walk, walk, passion, baby... Work it, I'm a free bitch, baby..."
Bad romance - Lady GaGa

Y me sacio. Me alimento de ti, una y otra vez. Bebo de ti, y acabo con un pedo de cojones. Ya nada me importa, tal es el estado de locura en el que hemos acabado. Te miro a los ojos, y noto que tu salud mental no está en absoluto mejor que la mía. En un momento de lucidez inesperada, se me ocurre preguntarte cómo coño te llamas. Me lo dices, y recuerdo vagamente que ya me lo habías dicho, antes de que todo empezara, hace milenios, a años luz de esta habitación que se ha convertido, en cuestión de segundos, en El Centro. El momento pasa, y nos entregamos con fuerza renovada a nuestro singular combate, un combate a manos desnudas en el que el perdedor es el que más gana, y el ganador... gana mucho también. Y me dispongo a ganar. O a perder. Qué más da, mi madre siempre me enseñó que lo importante es participar...

Todo da vueltas, mis sentidos se agudizan como en un jodido caleidoscopio de sensaciones. Te oigo respirar en mi oreja, en la lejanía, o quizás soy yo, o quizás somos los dos a la vez, cogiendo aire simultáneamente, como un puto superorganismo en actividad máxima...

"Todo es llamarada, carne fugaz, amor a fuego lento..."

Segundos, o a lo mejor horas, después, abro los ojos. Definitivamente han sido horas, pues el sol se cuela por entre las desvencijadas persianas de plástico. La verdad, no te has gastado mucho en este sitio. ¿¿O pagué yo?? "Who cares", que diría aquél, sarna con gusto no pica... Y menudo gusto... Los rayos dorados hacen dibujos sobre tu piel, esa puta piel que me llevó anoche a la perdición. Como tantas otras noches. Como tantas otras pieles. Abres los ojos. Joder, ahora sí que me acuerdo de cómo me atrapaste definitivamente. Me sonríes, te acercas y me besas. Sin decir nada. Ni falta que hace.


"No digas para siempre, tan sólo quiéreme,
que en brazos diferentes tus labios dirán alguna vez
"te quiero para siempre"...
Nada es para siempre...
Te quiero para siempre...

Dis pas toujours, dis pas toujours.
Embrasse-moi bien fort maintenant
parce que toi, tu partiras très loin de d'ici.
Dis pas toujour:
Baise-moi déjà, mais doucement,
mais doucement..."

Para siempre
- Mónica Naranjo

lunes, 11 de enero de 2010

Hoy, vuelve a volver...

... El Hombre.


















Dedicado a Machu. Again. :P

miércoles, 6 de enero de 2010

My way...

Hoy es uno de esos días. Hoy, la realidad se me revela clara y sin fisuras. Dura, fría e implacable. Hoy, vuelvo a saber que no hay nadie, sólo yo. Yo sólo.

"No estuve en el casting de estrellas de rock,
no soy marioneta en este baile.

Sentirse sola, sentirse aparte...

Prefiero vivir a mi manera,
eso no hace daño a nadie,
solo quiero que me entiendan.
Déjame vivir a mi manera,
necesito que me creas,
necesito confiar en alguien...

Siempre me voy, siempre a ninguna parte,
mi vida es un vuelo sin motor...

Aun asi quiero vivir a mi manera,
eso no hace daño a nadie,
pero quiero que me entiendan.
Déjame vivir a mi manera,
necesito que me creas,
necesito confiar en alguien...

Necesito confiar en alguien..."

Confiar en alguien - Amaral