Pasas tu existencia auto-convenciéndote, justificando tus acciones, queriendo vender humo a tus frustraciones, como si éstas no fueran parte intrínseca de ti mismo. Y sigues adelante, sonriendo, dando el máximo poder posible al "chip" que te permite cambiar de canal cuando no te gusta lo que tu mente emite, refugiándote en divertimentos varios para no dar importancia a lo que no te interesa dar importancia. Al fin y al cabo, lo que importa es relativo, y uno mismo le da esa importancia con sus acciones y pensamientos.

"Y algunos días, sin razón, ya ni me late el corazón en esta cárcel de rencor..."
Miro la vida pasar - Fangoria
Es entonces cuando, en las circunstancias más insospechadas, algo o alguien destroza por completo el castillo de naipes que con tanto esmero habías construido. De pronto, te das de morros contra la realidad al otro lado del espejo, con esa vida que podrías haber tenido si hubieras tomado el camino alternativo. Una frase brutal y conmovedoramente sincera, una sonrisa cómplice, o un relato de una vida inesperadamente envidiable. Algo que podrías haber conseguido de ser más egoísta, alguien que estuvo en tu misma situación pero eligió ser más atrevido, o alguno de tus más secretos e imposibles sueños hechos realidad a una distancia insultantemente cercana y dolorosamente ajena.
Y, rodeado de una sobrecogedora calma, se te revela esa verdad absoluta. Tus deseos, tus sueños, tus aspiraciones... nunca fueron imposibles. Tú los hicistes imposibles. Y la pelota vuelve a estar en tu tejado.