Y si te quieres ir, vete.
Déjalo todo atrás, olvídate de las
cosas que no te hacen bien e inicia una nueva vida. Que nada ni nadie
te coarte, te ponga trabas, te haga sentir mal. Huye de aquello que
te recuerde tus fallos, tus fracasos, tus claroscuros. No tienes por
qué vivir incómodo, lo primero eres tú y nadie tiene derecho a
ponerte esa molesta piedra en el zapato. Corre, no mires atrás,
vuela sin pensar en lo que dejas y que el futuro sea tan brillante
como quieras. Y si correr es de cobardes, que sea atrevido otro. Al
fin y al cabo, el que dijo que el mundo es de los valientes era
alguien sin nada a lo que enfrentarse. Como diría la canción... no
te lo pienses, vete.
Pero vete. Y, si de verdad te vas, vete
del todo. Vete para no volver. No pasees sobre las cenizas de tu
partida, no te regodees mirando atrás, no observes las ruinas que
has dejado como aquel que ve en un museo del Holocausto un daño
hecho por otra persona. Vete. Pírate. Aire. Renuncia a todo lo que
tenías antes de irte, deja que te echen de menos un tiempo y te
olviden finalmente, permite que te lloren, pero no eternamente.
Recoge tus cosas, tu tan cacareada dignidad, tus recuerdos felices,
tu kit de maquillaje para sonrisas de postureo. Borra todas las horas
que te regalaron, los hombros que secaron tus lágrimas y las manos
que te levantaron del suelo. Deja a un lado las palas que te sacaron
del barro, elimina las palabras que elevaron tu espíritu y espanta
las risas que te evitaron llorar. Tú eres quien valora, y eso vale
menos que tu comodidad.
Vete. Olvida mi nombre, mi cara, mi
casa y pega la vuelta. Pero deja que olviden el tuyo, y tu cara, y tu
casa, y no permitas que tengan que pegar por ti la vuelta. Y si tu
adiós no maquilla un hasta luego, y tu nunca no esconde un ojalá,
cierra la puerta por fuera y que nunca más tengan que temer verte
llegar. Sé consecuente y no regales dolor gratuito reabriendo viejas
heridas que aún pueden sangrar,y que tu despedida tenga la elegancia
de aquellos que se van cuando quieren, sin molestar. No empañes el
buen recuerdo que dejas atrás con retornos fortuitos, reúne tus
fuerzas y di un silencioso adiós a todo lo que te rodeaba antes. Que
nadie sufra de más por tu marcha, pues sólo uno ha de asumir las
consecuencias de sus decisiones. Muchacho, vete ya, a otro lugar,
cabeza alta y lágrimas. Aguanta el tipo y anda.
Y entonces sí, si te quieres ir, vete.
Pero no te preocupes si tu nueva
realidad te molesta de nuevo, si esa falacia que te has construido se
balancea y amenaza con sepultarte, si de repente ya no ves luz
brillando desde esa estrella. Las puertas cerradas parece que impiden
que vuelvas hacia atrás, pero seguro que conseguirías que algún
imbécil con corazón te abriese desde dentro. Y si no, si ya es
tarde y sólo quedara vacío, siempre te quedará seguir corriendo.
Si vuelves a sentirte mal, si tienes que huir otra vez, si te duele
la cabeza o si te pica la nariz... Sólo vete. Olvida que existo, que
me conociste y no te sorprendas.
Olvídate todo que tú, para eso...
tienes experiencia.